viernes, 24 de enero de 2014

Sobre Flexibilidad Educativa

En educación, sobre todo en publicaciones relacionadas a las nuevas tecnologías, mucho leemos sobre la deseada “flexibilidad” en los procesos de enseñanza y aprendizaje, pero ¿qué significa realmente hacer de estos procesos algo más “flexible”?


Para Collis y Moonen (2006), podemos hablar de flexibilidad en dos sentidos, ambos estratégicos y relacionados:
-        la flexibilidad logística, y
-        la flexibilidad pedagógica.

La primera alude a la posibilidad tecnológica en pos de la realización de los procesos de comunicación, de tratamiento de la información y el manejo de documentos y su presentación, permitiendo la posibilidad de traspasar las barreras espacio-temporales, y propiciando de esta manera el trabajo colaborativo. La logística del aprendizaje permite hacer los procesos más eficientes, más sencillos, más profesionales, mejor organizados, a tiempo y archivables.

Bien sabemos, que solo este tipo de flexibilidad no colabora en el sentido más profundo de los procesos de enseñanza y aprendizaje, ya que no produce por sí mismo el conocimiento, objetivo principal esperado, ya que sería continuar haciendo lo mismo pero ahora con nuevos recursos. Es por ello, que se hace especial hincapié en el cambio de técnicas y procedimientos, que apoyados en estas nuevas posibilidades tecnológicas, procure un cambio sustancial, que tengan en cuenta las nuevas formas de aprender de las generaciones actuales. En este escenario esperado, es que describiré a continuación el otro tipo de flexibilidad al que hacen alusión los autores: la flexibilidad pedagógica.
La flexibilidad pedagógica pretende ampliar y enriquecer la forma de aprender por medio de un mejor aprendizaje social, nuevos modelos de aprendizaje y nuevas formas de crearlo, diseñarlo y construirlo. En este camino, se reemplaza el recibir, por encontrar o crear, lo fijo por las opciones, el escuchar por el hacer, de lo mismo para todos a la individualización, de tomar apuntes a presentar tu propio trabajo. 



De esta forma, el alumno es un participante activo en el proceso de aprendizaje. Esto sin dudas nos interpela a reveer el rol que ejercemos como docentes. Betty Colllins al respecto dice “Nunca me interesó que mis estudiantes repitieran lo que yo había dicho”, y continúa argumentando que lo que realmente le interesa es aprender de ellos, oír cómo interpretan lo que ella les dice y lo expresan con sus palabras, y lo que luego  quieren decir cuando lo trasladan a su propio contexto. Por lo tanto, podemos inferir que no solo es necesario un cambio en el rol docente, sino también en el alumno, como partícipe “activo” de sus aprendizajes, y con vocación al “compartir” su conocimiento, ayudando a los demás a aprender.  

El aprendizaje es, cada vez menos, la obtención de un material cuidadosamente preparado por un experto y se convierte, cada vez más, en un asunto de saber a quién preguntar, dónde encontrar una experiencia importante, cómo puede uno mismo combinar, contrastar, extraer un mensaje que sea útil para su propia situación.
Betty Collins. (2006)

Sobre el rol docente Salinas (2004) nos dice que el profesor cambia de la transmisión del conocimiento a los alumnos, a ser mediador en la construcción del propio conocimiento por parte de estos. El profesor promueve en el alumno el crecimiento personal y enfatiza la facilitación del aprendizaje antes que la transmisión de información.

Ahora bien, profundizando un poco más en los procesos que permiten esta flexibilización, traigo a colación nuevamente a Salinas (2004), quien abre diversos frentes de cambio y renovación a considerar:
-        Cambio en las concepciones (cómo funciona en el aula, definición de los procesos didácticos, identidad del docente, etc).
-        Cambios en los recursos básicos: contenidos (materiales, etc), infraestructuras (acceso a Internet, etc), uso abierto de recursos (manipulables por el docente y el alumno).
-        Cambios en las prácticas de los profesores y alumnos.

Todo ello soportado por tecnologías que permitan cubrir las necesidades individuales y sociales, la creación de comunidades de aprendizaje, y la interacción entre los actores intervinientes.
Salinas, cita a Angulo (1994), quien menciona que estos cambios, para que sean realmente innovadores, deberán considerarse en dos ámbitos: el subjetivo y el objetivo.  El subjetivo supone cambios medulares, de representaciones y teorías implícitas en los actores, desde las cuáles interpretar estos cambios paradigmáticos, y en segundo término el cambio objetivo es consecuencia del primero, porque hace referencia a la práctica a partir de los cambios producidos medularmente, es decir, intencionalidades, contenidos, estrategias metodológicas, materiales curriculares, enfoques y prácticas de evaluación.

Flexibilidad y Entornos Virtuales de Enseñanza y Aprendizaje


Bates (citado en Delgado Fernández, 2009, p. 3), hace alusión específica al trabajo en entornos virtuales de enseñanza y aprendizaje, y sobre los mismos indica:

(. . .) son más comunes cada día, y que uno de sus propósitos es ofrecer flexibilidad, dando al estudiante la posibilidad de estudiar en cualquier momento y desde cualquier lugar mientras posea acceso a una computadora y a Internet. (Delgado Fernández, 2009, p.3)

Este autor explica, además, que estos entornos propician el desarrollo de las competencias necesarias para la sociedad del conocimiento. Estas características mencionadas posibilitan la eliminación de las barreras espaciotemporales, haciendo de la educación un sistema más flexible, permitiendo la comunicación y el acceso a la información más allá del espacio físico, utilizando recursos y actividades con características multimediales. De esta manera los alumnos se familiarizan con el uso de tecnologías, estimulando la idea de colaboración e interacción.   

Concluyendo


Formar parte de esta flexibilidad en educación, requiere de los docentes una creatividad intencionada, una vocación al cambio profundo en su rol, desde la convicción personal, pasando de ser quien transmite información a quien guía y orienta a sus alumnos para que estos logren el conocimiento desde la propia experiencia, ofreciendo en este camino una cantidad de contenidos y recursos que colaboren en esta misión, y con apertura a la interpretación e ideas que los alumnos enuncien. El diseño de actividades que propicien esta misión, tendrán un lugar preponderante en este camino, como también el trabajo colaborativo.

Seguramente, los docentes pensarán que habrá materias, o temas dentro de esas materias, que son más o menos indicados para este cambio de enfoque / metodología, pero sería interesante hacer esta reflexión a la luz de lo que sí puede implementarse, antes que la negativa total, que solo conduciría a un retraso en este camino por lograr aprovechar las nuevas formas de aprender de los estudiantes, en el contexto de la Sociedad de la Información en que vivimos.

Referencias bibliográficas


COLLIS, Betty; MOONEN, Jef (2006). “Tecnología de la información en la educación superior: paradigmas emergentes” [mesa redonda en línea]. Revista de Universidad y Sociedad del Conocimiento (RUSC). Vol.
2, n. 2. UOC. [Fecha de consulta: 10/01/2014]. http://www.uoc.edu/rusc/2/2/dt/esp/collis.pdf ISSN 1698-580X

SALINAS, Jesús (2004). "Innovación docente y uso de las TIC en la enseñanza universitaria". Revista de niversidad y Sociedad del Conocimiento (RUSC). [artículo en línea]. UOC. Vol. 1, nº 1. [Fecha de consulta: 10/01/2014].

DELGADO FERNÁNDEZ, Marianela; SOLANO GONZÁLEZ, Arlyne (2009). “Estrategias didácticas creativas en entornos virtuales para el aprendizaje”. Volumen 9, número 2, pp.1-21. Actualidades Investigativas en Educación. Revista Electrónica del Instituto de Investigación en Educación de la Universidad de costa Rica. ISSN 1409-4703.